Las elecciones colombianas han terminado. El 17 de junio, el conservador Iván Duque fue elegido presidente con 10.373.080 votos, lo que supone el 54% de las papeletas. Duque se impuso al izquierdista Gustavo Petro, que obtuvo 8.034.189 votos. El proceso estuvo plagado de preocupaciones sobre el impacto de la desinformación y la información errónea en el comportamiento de los votantes y en la elección en general.
¿Cómo fue el ecosistema informativo durante una campaña presidencial profundamente polarizada?
En el plebiscito de 2016, en el que los colombianos votaron en contra de refrendar el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la desinformación y la manipulación a través de plataformas de comunicación, como WhatsApp, y de redes sociales, como Facebook y Twitter, jugaron un papel muy importante en el resultado, tal y como reconocen los representantes de la propia campaña del “No”.
Esta vez, hubo una importante difusión de desinformación en torno a las elecciones, que se intensificó a medida que se acercaba el día de las elecciones. Hubo varios casos en los que un bulo de Internet o una afirmación falsa obtuvieron suficiente amplificación como para que los medios de comunicación convencionales y las campañas presidenciales intervinieran para desmentirlos.
Por ejemplo, el 8 de junio, una página de Facebook con 8.300 seguidores llamada “Oigan a mi tia” (una expresión coloquial que podría traducirse libremente como “¿Puedes creerlo?”), identificada como un comediante, publicó un post que afirmaba que una tal Claudia Merlano, una mujer identificada como la supuesta hija ilegítima de Gustavo Petro, anunciaba su voto por Duque. El post estaba ilustrado con una imagen de la ex actriz de cine para adultos Mia Khalifa y fue compartido más de 23.000 veces.
Traducción del español: “Ella es Claudia Merlano, la hija ilegitima de Petro la cual nunca contó con su ayuda y su mamá fue una luchadora que la sacó adelante. Lo demandaron por alimentos, pero el señor Gustavo jamás respondió y hoy esta mujer ya con 23 años que posee una licenciatura en Administración de Empresas Internacionales, dijo oficialmente que votará por Iván Duque a la presidencia de Colombia. Esta mujer es un ejemplo a seguir.” (Fuente: Facebook / Archivo)
Aunque no está claro si el post tenía intenciones estrictamente satíricas o era un intento deliberado de engañar, hay otros casos en los que se utilizó una imagen de Khalifa para hacer afirmaciones falsas. El 10 de junio, Marcelo Ebrard, ex alcalde de Ciudad de México, cayó en uno de estos bulos. La actriz se presentó como subcampeona en un concurso de innovación celebrado en Rusia, y Ebrard la felicitó en un tuit que luego borró, según informó El Universal. No quedó claro si estos hechos están relacionados. Aun así, el bulo se extendió lo suficiente como para obtener una amplia cobertura por parte de los medios de comunicación colombianos, quienes se apresuraron a desmentir estas versiones. El propio candidato Petro reaccionó al bulo viral el 11 de junio, culpando a la campaña de Duque y a su mentor, el expresidente Álvaro Uribe.
Traducción del español: “A este grado de degradación llegó Uribe y su campaña. Queriendo destruir mi liderazgo y mi vida en favor del cambio y la justicia, terminan construyendo una campaña basada en la mentira. Quien sustente su gobierno sobre la mentira solo destruirá a Colombia,” (Fuente: Twitter / Archivo)
Hubo otros ejemplos. El 15 de junio se difundió un vídeo en el que se afirmaba que los simpatizantes de Duque no necesitaban emitir su voto durante la segunda vuelta del 17 de junio porque su voto de la primera ronda se contaría de nuevo. El vídeo llevó a la Fiscalía a abrir una investigación contra su presunto autor.
Traducción del español: “Si usted votó por Iván Duque en primera vuelta, ahora en segunda NO HAY NECESIDAD DE VOLVER A VOTAR POR ÉL, nuestro voto ya quedó registrado en la base de datos de la Registraduría Nacional. FAVOR DIFUNDIR.” (Fuente: Twitter / Archivo)
Hubo varios esfuerzos para contrarrestar la desinformación. Algunos de los principales medios de comunicación nacionales colombianos, como Semana o El Tiempo, establecieron alianzas u operaciones dedicadas a verificar estas afirmaciones. También hubo varios medios de comunicación centrados en la verificación, como Colombia Check, La Silla Vacía, o El Poder de Elegir. Además, la Registraduría Nacional, institución oficial encargada de la logística electoral, realizó una pequeña operación de verificación de los hechos dedicada a desmentir las mentiras sobre el proceso electoral.
Estos dos ejemplos de desinformación son representativos de lo que ocurrió casi a diario durante las elecciones. Colombia Check, un medio de comunicación que forma parte de la Red Internacional de Verificación de Hechos de Poynter, publicó 91 verificaciones entre el 12 de marzo y el 17 de junio, más de seis por semana. El Poder de Elegir, otro proyecto de verificación centrado en los mensajes de grupo de WhatsApp o “cadenas”, una forma popular de difundir desinformación en Colombia, recibió un total de 133 solicitudes de verificación de cadenas de WhatsApp durante esta campaña electoral.
Las cifras de El Poder de Elegir ilustran aún más cómo las plataformas de comunicación cerradas, y en particular WhatsApp, fueron un vector crítico para la difusión de la desinformación durante la campaña. Desgraciadamente, no hay técnicas que permitan en la actualidad evaluar la difusión de mentiras en ese medio. Este obstáculo no se debe a que plataformas como WhatsApp estén encriptadas, sino a que se trata de una herramienta de comunicación punto a punto, como el correo electrónico, en la que los usuarios deben tener al menos información de contacto para participar. El resultado es un entorno de información más confiable.
Decepción Humana
Los usuarios de las redes sociales colombianas se dividieron en su mayoría en dos grupos, uno que apoyaba a cada candidato. También hubo algunos defensores del “voto en blanco”, en su mayoría partidarios de Sergio Fajardo, que quedó tercero en la primera vuelta. Pero este bando constituía un pequeño porcentaje: sólo obtuvo el cuatro por ciento de los votos en la votación.
Estos dos grupos partidistas de los bandos de Duque y Petro fueron los principales amplificadores de la desinformación durante toda la campaña. Como demostramos en nuestros análisis de las denuncias de fraude y de un supuesto ataque orquestado de abejas africanizadas, los principales vectores de las afirmaciones falsas o engañosas no fueron los bots o las entidades “oscuras”, sino los partidarios o políticos de alto perfil y conocidos.
En nuestra investigación no encontramos operaciones significativas de botnets. Existía el rumor persistente de que los candidatos utilizaban “depósitos” en los que se utilizaban cientos de cuentas de redes sociales de forma coordinada para impulsar los temas de tendencia y trolear a los oponentes o crear ruido en la conversación. Sin embargo, aún no está claro el alcance de esto y el efecto que tuvo.
Aunque en nuestro trabajo hemos encontrado algunos indicios marginales que apuntan a una inflación artificial de la actividad en las redes sociales, se necesita más investigación para identificar patrones significativos entre varios casos de dicha actividad antes de llegar a una conclusión. Dado que se dice que esta actividad está controlada por humanos y no es totalmente automatizada, detectarla mediante las técnicas habituales de búsquedas de bots es notablemente difícil.
Por lo tanto, aún no está claro el efecto que tuvieron la información errónea, la desinformación –es decir, la desinformación intencionada– y las noticias falsas en las elecciones presidenciales de Colombia. Hubo un sinfín de historias y afirmaciones falsas que circularon por las redes sociales y las aplicaciones de mensajería privada como WhatsApp, pero la forma en que todo esto cambió la opinión de la gente sobre las elecciones sigue siendo una cuestión abierta.
También hubo algunas buenas noticias. A diferencia del plebiscito de 2016, un número cada vez mayor de medios de comunicación, periodistas y organizaciones de la sociedad civil estuvieron atentos a estos fenómenos y proporcionaron una rápida verificación y desacreditación cuando fue necesario. Aunque nuestro análisis demostró que estas verificaciones no siempre llegan a su audiencia deseada, quedó claro que estas iniciativas han fortalecido la resiliencia digital de Colombia.
Sería muy útil para estos esfuerzos complementar su trabajo con metodologías de escucha de los medios sociales y de investigación forense digital de código abierto: les ayudaría a ser más eficaces a la hora de comprender y orientar los flujos de desinformación, y a corregir las mentiras en los propios espacios en línea en los que se están difundiendo.
Jose Luis Peñarredonda es Asistente de Investigación Forense Digital en @DFRLab.
#ElectionWatch América Latina es una colaboración entre @DFRLab y el Adrienne Arsht Latin America Center en el Atlantic Council
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El artículo fue publicado originalmente en el sitio web de DFRLab (20.07.2018).