La desinformación es un fenómeno mundial provocado por la masificación de la información que el internet permite compartir y difundir de manera rápida y efectiva. Este fenómeno promovido en gran manera por la tecnología de la información, ha permeado los entornos sociales y políticos del mundo.

El Centro de Investigación Pew y el “Imagining the Internet Center” de la Universidad de Elon realizaron un conjunto de encuestas a diferentes expertos entre tecnólogos, académicos, profesionales, pensadores estratégicos y otros, pidiéndoles que reaccionaran al siguiente planteamiento:

“El auge de las "noticias falsas" y la proliferación de narrativas manipuladas que son difundidas por humanos y bots en línea están desafiando a los editores y a las plataformas. Quienes intentan frenar la difusión de información falsa trabajan en el diseño de sistemas técnicos y humanos que puedan eliminarla y minimizar las formas en que los bots y otros sistemas difunden mentiras y desinformación.”

Y consecuentemente les preguntaron: “En los próximos 10 años, ¿surgirán métodos fiables para bloquear las narrativas falsas y permitir que la información más precisa prevalezca en el ecosistema informativo general? ¿O se deteriorará la calidad y la veracidad de la información en línea debido a la difusión de ideas poco fiables, a veces incluso peligrosas, y socialmente desestabilizadoras?”

Hay algunos que esbozan argumentos que defienden una postura según la cual el panorama con respecto a la desinformación podrá mejorar con el paso del tiempo. Mientras que están quienes defienden una postura en la que se ve un futuro más abrumador con respecto a lo que puede suceder con este fenómeno.

El 51% de estos expertos creen que esta situación no mejorará y la mayoría se enmarca de manera general en dos razones. Un grupo se circunscribe de manera general en que el problema es la naturaleza humana, mientras que el otro cree que no mejorará porque la tecnología creará nuevos retos a gran escala que no pueden ser contrarrestados, pero también hay intereses de que esto no suceda.

Tom Rosenstiel , autor, director del American Press Institute y miembro principal del Institución de Brookings ilustra la primera de las razones argumentando que “cualesquiera que sean los cambios que hagan las empresas de plataformas, e independientemente de las innovaciones que implementen los verificadores de hechos y otros periodistas, aquellos que quieran el engaño se adaptará a ellos. La desinformación no es como un problema de plomería que tú arreglas”.

Mientras que, Scott Spangler, científico de datos principal de IBM Watson Health, es de los expertos que se enmarca en la segunda razón, diciendo que las tecnologías que ahora existen hacen que la información falsa sea casi imposible de discernir y marcar, filtrar o bloquear. Este escribió, “El aprendizaje automático y técnicas estadísticas sofisticadas se utilizarán para simular con precisión información real y hacer que la información falsa sea casi indistinguible de la real”.

Por otro lado, hay un 49% de expertos que afirman que el escenario mundial de la desinformación sí mejorará. Estos expertos, de manera general promueven 2 argumentos. El primero es que la tecnología puede ayudar a solucionar estos problemas. Estos expertos más esperanzados dijeron que la creciente que la velocidad, el alcance y la eficacia de Internet, las aplicaciones y las plataformas pueden aprovecharse para las noticias falsas y las campañas de desinformación. Algunos predijeron que surgirán mejores métodos para crear y promover fuentes de noticias fiables y basadas en hechos.

Larry Diamond, investigador principal de la Institución Hoover y del Instituto Freeman Spogli (FSI) de la Universidad de Stanford, se circunscribe en esta posición. "Tengo la esperanza de que las principales plataformas de información digital tomen iniciativas creativas para privilegiar las fuentes más autorizadas y creíbles y para denunciar y degradar las fuentes de información que parecen ser motores de propaganda y manipulación, ya sean humanos o robots. De hecho, las empresas ya están empezando a dar pasos en esta dirección".

Así mismo, están los expertos quienes de forma general opinan que otra de las características de la de la naturaleza humana es unirse y solucionar los problemas. Los expertos esperanzados en este sondeo opinaron que la gente siempre se ha adaptado al cambio y que esta ola de desafíos también se superará. Argumentaron que la desinformación y los malos actores siempre han existido, pero finalmente han sido marginados por personas y procesos inteligentes. Esperan que los actores bien intencionados trabajen juntos para encontrar formas de mejorar el entorno de la información. También creen que una mejor alfabetización informativa de los ciudadanos les permitirá juzgar la veracidad del contenido del material y, finalmente, elevar el tono del discurso.

Irene Wu, profesora adjunta de comunicación, cultura y tecnología en la Universidad de Georgetown, se circunscribe en esta última afirmando que "la información mejorará porque la gente aprenderá a manejar mejor las masas de información digital. Ahora mismo, mucha gente cree ingenuamente lo que lee en las redes sociales. Cuando la televisión se hizo popular, la gente también creía que todo lo que aparecía en ella era cierto. Lo importante es cómo la gente decide reaccionar y acceder a la información y las noticias, no los mecanismos que las distribuyen".

De cualquier modo, la desinformación parece ser un reto que seguirá permeando el contenido que se distribuye diariamente por los medios de información las redes sociales y los canales digitales en general. Este reto nos llevará a mantenernos optimistas ante nuevas soluciones que vayan llegando para contrarrestarlo o también nos llevará a entender la realidad de manera más cruda, asumiendo que es un problema que siempre existirá y que tal vez incremente.

Cualquier de estas posturas siempre exigirá por parte de los individuos un compromiso ciudadano para ser más críticos con la información que consumimos, producimos o replicamos para no caer en las redes de la manipulación, desinformación o los malos entendidos.

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Bibliografía

  1. 1. The Future of Truth and Misinformation Online | Pew Research Center

    Ilustración de fondo: Foto de geralt de Pixabay / Licencia de Pixabay