El aumento en la exposición a las tecnologías digitales por parte de los ciudadanos, los riesgos asociados y las condiciones generadas por la pandemia han permitido visibilizar el gran reto que enfrenta la región para la protección de los derechos digitales.
Las acciones que se deben adelantar para la protección y garantía de los derechos digitales de los ciudadanos es una discusión que cada día toma mas fuerza, en especial en una región que históricamente ha limitado el acceso a los derechos humanos.
A pesar de que se han construido capacidades durante los últimos años, lo que ha permitido que algunos ciudadanos puedan teletrabajar, realizar trámites y pagos en línea, comunicarse por videoconferencia, hacer compras en línea, estudiar y hasta entrenar por medios digitales, existen grandes retos frente al uso responsable de las TIC, vacíos en cuanto a las políticas y las tecnologías que están siendo implementadas a lo largo de toda región.
El ejemplo de Al Sur
"Al Sur" es un consorcio de organizaciones que trabajan en la sociedad civil y en el ámbito académico en América Latina y que buscan con su trabajo conjunto fortalecer los derechos humanos en el entorno digital de la región (Alsur, 2020).
En este espacio, se han unido once organizaciones de la sociedad civil y del ámbito académico que buscan fortalecer los derechos humanos en el entorno digital de la región, entre estas organizaciones se encuentra la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) de Argentina, el Centro de Estudios en Libertad de Expresión y Acceso a la Información de la Universidad de Palermo-Argentina (CELE), Coding Rights y Derechos Digitales de Brasil, la Fundación Karisma, Colombia, Hiperderecho de Perú, entre otras organizaciones de Paraguay y México.
Al Sur trabaja en seis áreas de interés:
Acceso: Para fortalecer el balance entre el derecho de autor y el acceso a la cultura, la información que facilitan las tecnologías digitales y promover la coordinación regional sobre acceso a Internet de las poblaciones menos aventajadas, como la protección y el fortalecimiento de derechos humanos en ese proceso.
Vigilancia: Desde la vigilancia estatal hasta la que es ejercida por las plataformas cuando monitorean a sus potenciales clientes, las organizaciones de Al Sur tienen como foco denunciar cómo las tecnologías digitales facilitan la vigilancia y el control social en nuestro continente, afectando derechos humanos como la privacidad, el derecho a la reunión, la libertad de expresión, entre otros.
Datos personales: En sociedades como las de América Latina que, de forma creciente, se basan en datos para la mayoría de sus interacciones, Al Sur indaga en tendencias sobre el uso y abuso de los datos personales y sensibles por parte de Estados y empresas, y en cómo un ecosistema de políticas públicas puede ofrecer garantías a los derechos humanos de las personas.
Ciberseguridad: Al Sur busca que el lenguaje de derechos humanos impere en los planes de ciberseguridad tanto a nivel regional como en su dimensión internacional.
Responsabilidad de intermediarios: El rol de los intermediarios en Internet hoy se ha vuelto cada vez más complejo, sobre todo en su papel como mediador de los derechos humanos de las y los usuarios. Asimismo, la conversación internacional está plagada de intentos de autorregulación o de imposición de estándares regionales. Al Sur busca posicionar en la discusión local, regional e internacional los estándares interamericanos en la materia, de manera de fortalecer los derechos humanos en juego, particularmente los referidos a la libertad de expresión.
Inteligencia Artificial: Entre las tendencias más preocupantes hoy en el ámbito local, regional e internacional, está la emergencia de la Inteligencia Artificial y todos los retos que implican no solo en términos de política pública, sino también en su impacto en los derechos humanos.
Contribución a la resiliencia digital de las comunidades en América Latina
Ejemplos como Al Sur permiten visibilizar que se deben aunar los diversos esfuerzos para desarrollar investigaciones y ejercicios que fortalezcan las capacidades técnicas de las organizaciones y encontrar posiciones comunes frente a los desafíos que estas nuevas tecnologías traen a la región.
En este sentido, los diferentes actores de la región deben buscar y construir estrategias que permitan el trabajo articulado, con objetivos y metas claras para brindar garantías de derechos a los ciudadanos y sumar a otros actores para contribuir en este proceso.
Estos ejercicios como Al Sur permitirán fortalecer la comunicación y coordinación entre diferentes actores, compartir experiencias comunes y capacidades técnicas, analizar políticas públicas como iniciativas internacionales que puedan tener un impacto regional en las distintas materias a su alcance y generar conocimiento y acuerdos para participar de diversos espacios de incidencia que fortalezcan el trabajo local para la construcción de posiciones regional.
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